El corazón de la idolatría

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heart and hand

. . . estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón. . . . (Ezequiel 14:3)

Cuando mi esposo y yo nos hicimos misioneros, me preocupaba el aumento del materialismo en nuestra sociedad. Ni siquiera me pasó por la mente que yo misma pudiera ser materialista. Después de todo, ¿no habíamos ido al extranjero con casi nada? ¿No teníamos que vivir en un apartamento viejo, amueblado pobremente y en decadencia? Yo creía que el materialismo no podía afectarnos.

No obstante, en mi corazón empezaron a arraigarse sentimientos de descontento. Al poco tiempo estaba anhelando cosas bonitas y tenía un secreto resentimiento por no tenerlas. Entonces, un día, el Espíritu de Dios me abrió los ojos con una perturbadora reflexión: el materialismo no es necesariamente tener cosas; también puede ser anhelarlas. Ahí estaba yo, culpable de materialismo. El Señor había revelado lo que mi descontento era realmente: un ídolo en mi corazón. Ese día, cuando me arrepentí de este sutil pecado, Dios recuperó mi corazón como su justo trono. No hace falta decir que en seguida sentí un profundo contentamiento, no por tener cosas, sino por tenerlo a Él.

En los días de Ezequías, el Señor reveló la idolatría que había en los corazones de su pueblo (Ezequiel 14:3-7). Y hoy anhela que saquemos de nuestro corazón cualquier cosa que destruya nuestro contentamiento con Él.

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