¡Cuando la gracia llega!

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Tomado de www.ministros.org

Faith¿Sabían ustedes que la gracia de Dios llegó? ¿Qué es la gracia? La palabra gracia viene del griego “Charis” que significa favor otorgado, graciosidad. Es el regalo inmerecido que Dios les ha otorgado a los humanos. Es la buena voluntad de Dios que se inclina a otorgarle beneficios no merecidos y mucho más de lo que podemos imaginar a cada uno de nosotros.

Dios  pide una sola cosa: Que le creamos a Él. Nuestro Padre espera que extendamos las manos y lo deseemos como un niño desea el juguete más esperado. Dios quiere despertar en ti algo que tú tienes en tu interior, en tus “genes”, la fe. Este regalo Divino es para ti, no importa si has tocado fondo, no importa que los quebrantos y aflicciones te abrumen en lo íntimo de tu ser. Cuando más obscura está la noche es que pronto llega el amanecer. Hay que encontrar el sentido verdadero a la vida. El Apóstol Pablo le dijo a los efesios estas palabras interesantes:

<< Pero Dios que es rico en misericordia, por su gran amor que nos amó, aún  estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvo), y juntamente con Él nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar a los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús >>. Efesios 2:4-7

Hay un mensaje claro para cada uno de nosotros en el aquí y el ahora. Nosotros los que pertenecemos al siglo XXI se nos ha dado el favor de Dios, no merecido. Mucho más de lo que imaginamos. Regalo que viene desde la Cruz de Jesucristo pero que es también regalo de Dios para este siglo. Ha sido otorgado para todos nosotros. Jesucristo venció el pecado tuyo y mío. Está hablando de nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Su muerte y su resurrección están vigentes para los humanos del siglo XXI. Es decir todos y cada uno de nosotros somos partícipes del regalo no merecido y muchos más de lo imaginado.

Hablemos un poco del siglo veinte y uno. Han pasado casi trece años del nuevo siglo. El regalo de Dios en Cristo continúa vigente para nosotros. La misericordia de Dios es perseverante y hay que dar gracias a Dios por eso.

El solo recordar algunas guerras del siglo veinte  es más que suficiente. Los muertos se cuentan por millones. Solo con dos bombas murieron en Japón más de 120,000 personas y otros tantos miles de personas que participaron en esa guerra de otros países. No hablemos de Alemania, Corea, Vietnam, la guerra del Golfo.etc. Hablemos de otros males de la sociedad en que  nos movemos,  del Planeta Tierra y la madre naturaleza. Pensemos un poco hacia donde nos dirigimos en nuestras propias guerras homicidas.

Buscando ligeramente destaco las 300 toneladas de basura radioactiva, tiradas diariamente al mar por la planta nuclear de Fukushima en Japón desde 2011. Recordemos el accidente nuclear de Chernóbil, Ucrania (15 de Diciembre 2000) que asombró  al mundo y a la prensa internacional. Alrededor de 167,000 personas evacuadas. De primera intención murieron 31 empleados pero las consecuencias indirectas llevaron la crisis a los  30,000 muertos y 600,000 personas afectadas. A pesar de todo esto siguen creciendo las centrales nucleares  en Europa y Asia, y las Américas. Todavía continúa el depósito radiactivo en Siberia, en el área de Severet, donde el uranio se procesa continuamente para Alemania, Holanda, Suecia y Suiza. Unos contenedores de uranio (UF6) llegaron de Francia  a Siberia a la fábrica en Tormak, cerca de un poblado de 120,000 personas y están acampando al aire libre presentando peligro para esos ciudadanos.

Hablemos de la basura que se tira los océanos. Hay un cúmulo de basura en el Océano Atlántico tan grade, que el área es como la circunferencia  de los Estados Unidos de América y con cinco pies de profundidad. Al norte del Océano Pacifico se nos presenta un embudo de basura plástica acumulada de un tamaño  aproximado de 1400,000 kilómetros.

Lo  perplejo de todo esto, es que los pecados de la sociedad descansan sobre nuestros hombros. Así también los  pecados a nivel personal. El apóstol Pablo nos dice: << Por cuanto todos pecaron serán destituidos de la gloria de Dios>> Pero no se queda ahí. Él sigue diciendo: <<siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre para manifestar su justicia a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados>>. Romanos 3:23-24

He aquí que de Dios viene el regalo no merecido no imaginado. ¡La Gracia de Jesucristo!

<< Pero Dios, que es rico misericordia; por su gran amor que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con Él nos resucitó, y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús >>. 1Efesios 2:4-6

La gracia es el principio dinámico, activo y funcional. La gracia es la iniciativa soberana de Dios para todos los que extendemos las manos, internalizando la fe y haciendo que el favor de Dios realice la ruptura del yo y del ego, logrando la aceptación que nos libera de todo lo que esclaviza. El amor de Dios me hace nueva criatura. Tener la gracia es tener a Cristo en nuestros corazones.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas>>. 2 Corintios 5:17  << Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó  y se entregó  así mismo por mí>>.  Gálatas 2: 20

Los métodos de Dios son extraordinarios y aún  cuando estamos en condiciones de quebrantamiento, aflicción, y depresión, somos sorprendidos por el susurro de Dios que se nos revela tocando las fibras de nuestro espíritu y nos dice: “Estad quietos que yo soy Dios”. Nos toca con su voz y nos llena de gracia, bondad y hace que nuestra fe se internalice y por medio de su poder despierta los “bemoles del espíritu” otorgándonos  SU GRACIA. Es como si rompiera o suspendiera nuestro ego despertando con Su Palabra viva, una renovación del entendimiento capaz de sentir la realidad del Cristo en mí. Esa renovación nos coloca en un estado de paz, amor, gozo y con un gran sentido de justicia para compartir con los demás.

Tomado de www.ministros.org

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