Reflexión Cristiana: «El Lobo y la Bruja» Estereotipos y Prejuicios

reflexion cristiana prejuicios
Compartir

Reflexión cristiana acerca del daño de los prejuicios, los estereotipos, y la discriminación, y cuales son las enseñanzas de Jesús acerca del verdadero amor de Dios.

La Biblia no aborda explícitamente los estereotipos, los prejuicios o la discriminación. Sin embargo, nos orienta sobre cómo debemos ver y tratar a los demás. Las enseñanzas de Jesús hacían hincapié en la importancia de amar y aceptar a todas las personas.

Desgraciadamente, ha habido casos en los que determinadas iglesias o individuos dentro de las iglesias han discriminado o juzgado a otros por su aparencia, cultura, o preferencias. Como cualquier otra institución u organización, la iglesia está formada por individuos imperfectos capaces de discriminar y juzgar.

En Gálatas 3:28, el apóstol Pablo escribió: «Ya no hay judío ni gentil, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.» Este versículo subraya que, independientemente de la raza, la etnia, la condición social o el sexo, todas las personas son iguales a los ojos de Dios.

Tales acciones o actitudes discriminatorias no reflejan las enseñanzas de Jesús.

Para ilustrar esta enseñanza, me gustaría compartir esta breve historia acerca de cómo los prejuicios y la discriminación pueden afectar a las personas. Te invito a leerla y a reflexionar sobre su moraleja.

RELATO «EL LOBO Y LA BRUJA»

El lobo, cansado de ser el malo del cuento, cansado de ser visto como el villano de la historia, se fue a recorrer nuevos caminos donde nadie lo conociera, donde nadie tuviera prejuicios contra él; quería poder empezar una nueva historia donde él no fuera el odiado, donde nadie fuera odiado.
Después de mucho caminar, después de pasar mucho tiempo en soledad, entonces la encontró sentada en una roca del camino, con las manos cubriendo su rostro, su vestido negro, hermoso pero no tan llamativo, su cabello enmarañado, con una belleza poco común, sus zapatos, también negros, algo polvorientos de tanto caminar.
Él le preguntó:
– Hola, ¿qué haces aquí sola?
– Y ella, sorprendida, dijo:
Estoy aquí tratando de alejarme de la maldad de los demás, que sólo ven tu exterior y te juzgan por tu apariencia sin siquiera intentar descubrir o saber algo más de ti, alejarme de esos seres que dicen ser buenos pero actúan al contrario de sus palabras, seres llenos de hipocresía y carentes de compasión.
El lobo la miró, sabiendo claramente a qué se refería; se acercó un poco más, sabiendo que no sería rechazado por lo que era, deseoso de compañía y sintiendo la necesidad de dar compañía.
– ¿Quieres compañía? ¿Puedo acompañarte un rato?
Ella, secándose las lágrimas y mostrando sus hermosos ojos, lo miró y le dijo:
– Claro que puedes; para mí sería un placer; sólo te pido que me acompañes, no por lástima, sino porque te nace del corazón; quiero sentirme querida por lo que soy sin ser señalada ni seguir estereotipos de bondad que acaban siendo crueles y, por tanto, mucho más malos.
Me quedo porque quiero, porque, como tú, soy una incomprendida y porque, en mi corazón, siento que podemos romper barreras y ser felices juntos.
Ella se rió mientras él se acurrucaba a sus pies.
– Eres muy tierno. Aparentemente, tu apariencia es sólo una cáscara, una cáscara pétrea, pero por dentro, eres suave y llevas dulzura; puedo sentirlo.
La miró con una mirada que desprendía amor.
– Entonces me quedaré a tu lado hasta que la luna deje de ser tema de poemas y las estrellas dejen de aparecer en el cielo nocturno.
– Siéntate cerca de mí, no a mis pies sino a mi lado, le dijo mientras le acariciaba la cabeza.
– No puedo rechazar tu invitación, aunque quisiera; hay algo en ti que me encanta; creo que son tus ojos profundos o tu voz que suena a poesía.
Ella se sonrojó, pero él apenas lo notó; estaba oculta bajo su capucha, y la luna apenas dejaba ver algo de su rostro que era realmente hermoso, no la belleza que se puede encontrar en la mayoría; era la belleza que le daban esos ojos expresivos, esa sonrisa elocuente, sin maquillaje alguno, resplandecía de belleza.
– ¿Sabías que las estrellas más brillantes no siempre son las más cercanas? – preguntó-. A veces las más lejanas simplemente brillan tanto que pueden verse desde lejos.
Pues así pasa con todo; hay seres que brillan tanto que no pueden ocultar su belleza aunque quieran – le dijo mientras apoyaba la cabeza en su regazo.
– No me conoces del todo; no puedes saber cómo soy.
– Ya sé lo suficiente de ti como para saber que eres alguien especial.
Ambos miraron al vacío como buscando las palabras adecuadas para continuar la conversación, pero ya estaban tan conectados que no necesitaron más palabras durante un buen rato, ambos perdidos en sus pensamientos entrelazados.
– Siempre he sido temido – dijo rompiendo el silencio – mis mandíbulas, mis garras y mi aspecto en general hacen que cualquiera huya y que me odien.
– A mí me pasa algo parecido, la apariencia es lo que más le importa a la gente, parece que una mujer debe ir siempre de pasteles para estar bien.
– Me encanta tu aspecto, lo común no es lo mío, y puedo ver que eres una mujer hermosa; no me refiero meramente al exterior.
– Pero insisto, no me conoces del todo; debes conocer mi locura, mi lado más diabólico y no tan bello.
– No es necesario; somos seres muy parecidos; te conozco porque me conozco, y te quiero porque me quiero, te miro a los ojos, y puedo perderme en ellos; tienen un brillo que nunca antes había visto, puedo quedarme a vivir en tu sonrisa para siempre.
Desde entonces, se escribió un nuevo cuento, sin estereotipos ni prejuicios, en el que importa más el interior que el exterior, un verdadero cuento de amor.
Y dicen que desde entonces, en las noches de luna llena, ella se convierte en lobo para recorrer el bosque con él y amarse por completo, pero otras noches ella, como es bruja, prepara algún brebaje para que él se quite la piel de lobo y se vista de hombre, no de príncipe azul montado en un brioso corcel blanco, sino de un plebeyo cualquiera, con ojos brillantes como estrellas, con brazos fuertes para llevarla a su lecho de amor, porque
quién dijo que los villanos no saben amar…

Por: Pablo González Solis – Coleccionista de Almas

Este relato, aunque ficticio, nos ilustra algo que tal vez hemos experimentado nosotros mismos en algun momento de nuestras vidas, o hemos observado le ha sucedido a otro. Pero para poder comprender verdaderamente, para poder colocarnos en los zapatos de otros, debemos entender de que se trata exactamente estos conceptos: Sigue leyendo….

Que son Los Prejuicios?

Los prejuicios son actitudes o creencias preconcebidas sobre un individuo o un grupo de personas que no se basan en la razón ni en la experiencia real. Suele basarse en estereotipos y puede llevar a la discriminación del grupo o individuo.

Los prejuicios pueden dirigirse hacia diversas características de una persona, como la raza, la etnia, el sexo, la orientación sexual, la religión o la situación socioeconómica. Puede manifestarse de múltiples formas, como abuso verbal o físico, exclusión y actitudes o comportamientos negativos hacia el grupo o individuo objetivo.

El prejuicio se considera una actitud perjudicial y prejuiciosa que puede conducir a un trato injusto y a la injusticia social.

Que son estereotipos?

Los estereotipos son creencias fijas y excesivamente simplificadas sobre un grupo o individuo concreto. A menudo se basan en información limitada o inexacta. No son necesariamente ciertos o representativos de todo el grupo o individuo.

Los estereotipos pueden ser positivos o negativos y basarse en características como la raza, la etnia, el sexo, la edad, la orientación sexual, la religión, la ocupación o la nacionalidad.

Los estereotipos pueden ser perjudiciales porque pueden dar lugar a prejuicios y discriminación contra individuos o grupos. También pueden dar lugar a un trato injusto y a suposiciones basadas en una información limitada.

Los estereotipos pueden perpetuarse a través de los medios de comunicación, la cultura y las interacciones sociales, y pueden ser difíciles de superar una vez arraigados. Es importante cuestionar los estereotipos para promover una comprensión más exacta y justa de las personas y los grupos.

Que dice Dios y la BIblia acerca de los prejuicios y los estereotipos?

La Biblia enseña que los prejuicios y la discriminación no están de acuerdo con la voluntad de Dios. De hecho, la Biblia se pronuncia contra la discriminación en varios lugares y enseña que todas las personas han sido creadas iguales y deben ser tratadas con respeto y dignidad.

Por ejemplo, en Gálatas 3:28, el apóstol Pablo escribió: «Ya no hay judío ni gentil, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». Este versículo subraya que, independientemente de la raza, la etnia, la condición social o el sexo, todas las personas son iguales a los ojos de Dios.

Además, en Santiago 2:9, dice: «Pero si mostráis parcialidad, cometéis pecado y sois condenados por la ley como transgresores». Este versículo es una clara advertencia contra la discriminación y los prejuicios.

Tambien, la Biblia enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:31) y tratar a los demás como nos gustaría ser tratados (Mateo 7:12).

Estas enseñanzas enfatizan la importancia de tratar a todas las personas con amor, amabilidad y respeto, independientemente de sus antecedentes o características.

Conclusion: Que dice Jesus y la Biblia acerca de los estereotipos, los prejuicios, y la discriminacion?

La Biblia enseña que los prejuicios y la discriminación son pecaminosos y contrarios a la voluntad de Dios, y que debemos tratar a todas las personas con amor, respeto y dignidad.

La Biblia no menciona específicamente los estereotipos, pero sí nos orienta sobre cómo debemos ver y tratar a los demás. La palabra de Dios enseña que no debemos juzgar ni hacer suposiciones sobre los demás basándonos en información limitada o superficial, y que debemos esforzarnos por comprender y apreciar las cualidades y características únicas de cada individuo.

En 1 Samuel 16:7 dice: «Pero el Señor dijo a Samuel: ‘No te fijes en su aspecto ni en su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no se fija en las cosas que mira la gente. La gente mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón'». Este versículo subraya la importancia de mirar más allá de las apariencias y reconocer el verdadero carácter y valor de una persona.

Además, en Juan 7:24 dice: «No juzguéis por las apariencias, sino juzgad con recto juicio». Este versículo nos anima a utilizar el discernimiento y la consideración cuidadosa a la hora de evaluar a los demás, en lugar de basarnos en estereotipos o características superficiales.

Es importante señalar que la Iglesia, como cualquier otra institución u organización, está formada por individuos imperfectos capaces de discriminar y juzgar. Sin embargo, la discriminación y las actitudes sentenciosas no están en consonancia con las enseñanzas de Jesús y no reflejan la verdadera naturaleza de la Iglesia.

Lamentablemente, ha habido casos en los que ciertas iglesias o individuos dentro de las iglesias han discriminado o juzgado a otros por su raza, etnia, género, orientación sexual u otras características. Esto puede manifestarse de diversas maneras, como la exclusión, actitudes o comportamientos negativos, o la condena directa.

Mateo 23:12-14 dice:

Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Pero ¡ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque le niegan a la gente la entrada al reino de los cielos, y ni ustedes entran, ni tampoco dejan entrar a los que quieren hacerlo. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoran las casas de las viudas, y como pretexto hacen largas oraciones. Por esto, mayor será su condenación.

Es importante reconocer que estas acciones o actitudes discriminatorias no reflejan las enseñanzas de Jesús, que hizo hincapié en la importancia de amar y aceptar a todas las personas, independientemente de su origen o características. La discriminación y las actitudes prejuiciosas pueden crear divisiones y heridas dentro de la iglesia y alejar a la gente de la fe.

Es importante que las iglesias y las personas que las componen reconozcan y aborden cualquier actitud o acción discriminatoria, y se esfuercen por crear un entorno de amor, aceptación y respeto hacia todas las personas. Esto puede implicar educación, autorreflexión y esfuerzos intencionados para entablar relaciones con personas que son diferentes de nosotros.

Esperamos este reflexion sea de ayuda, y ejemplo que nos ayude a fomentar un ambiente que verdaderamente refleja el amor de Dios que no . 

Si te ha agradado por favor compartela!

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *