No había manera de dominar el fuego, así que decidieron abandonarlo y entrar en – los botes salvavidas, pero no había lugar para todos. Al ser empujado el último bote quedaban aún sobre cubierta la madre y su hijo. Uno de los marineros dijo que no había lugar para otro.
¿Qué iba a hacer la madre? Decidió perecer a fin de salvar a su hijo. Dejó caer a su hijo en el bote y dándole una última mirada dijo: «Si vives y ves a tu padre dile que he muerto en tu lugar.» ¿Creéis que cuando el hijo se hizo hombre pudo olvidar el amor que su madre le mostró al morir por él?
Amigos, esto es un tipo más bien débil de lo que Cristo ha hecho por ti y por mí. Él murió por nuestros pecados. Él dejó el cielo con este propósito. ¿Vas a irte diciendo: No veo belleza en él’> ¡Qué Dios ablande el corazón de todos aquí! Vas a necesitarle cuando estés a punto de cruzar el Jordán. Vas a necesitarle para presentarte ante el tribunal de Dios. Dios no quiera que cuando venga la muerte te halle sin Cristo, sin Dios y sin esperanza.
Fuente: tusermon.com