Compartido
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”, Ef. 4:32
“En la escuela el tema del día era el resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico.
Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento y escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa.
Algunas bolsas eran realmente pesadas.
El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas.
Naturalmente la condición de las patatas se iba deteriorando con el tiempo.
La molestia de llevar a cuestas esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario, y como desatendía cosas que eran más importantes para mí.
Y entendí que todos tenemos papas pudriéndose en nuestra mochila, y que cuando me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba.
La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas, pero que finalmente nos termina quitando la vida.
Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta que los beneficiados somos nosotros mismos…”
Cuando el árbol de la amargura logra penetrar con sus raíces nuestro corazón, éstas consumen la vida, fuerza y gozo del ser humano. La vida se torna caótica, difícil, oscura, triste, y lamentablemente éste árbol comienza a exhibir sus amargos frutos, transmitiendo (con el estilo de vida y palabras) su mortal semilla en otros corazones.
Resultados del resentimiento: El resentimiento es un sentimiento hostil, alimentado por el recuerdo de una ofensa o daño recibido, (es la falta de perdón).
Saúl perdió el reino, nunca superó su resentimiento hacia David.
Aunque David nunca lo atacó, el rey Saúl tenía grandes problemas de autoestima, y su corazón se llenó de enojo… en varias ocasiones intentó matar a David… aún a su propio hijo por ser amigo de David.
El perdón no sólo trae sanidad y libertad, sino que nos permite crecer y permanecer firmes en ésta salvación tan grande, pues Jesús dijo: “perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará”.