El racismo entre los santos

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racismo-336 “María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado, porque el había tomado mujer cusita” (Números 12:1)

Cuando un talentoso niño méjico-americano cantó el himno nacional, fue insensiblemente atacado por grupos racistas de este país. Pero veamos que eso no es nada nuevo; aquí esta la historia del pueblo de Dios, y entre ellos se manifiesta el sentimiento racista contra el caudillo de su pueblo; solo por haber tomado por esposa a una mujer de raza negra.

La Iglesia no ha podido escapar a estos problemas. En los albores de la vida en comunidad, la Iglesia se enfrentó a las protestas de los griegos de que sus viudas no eran atendidas en la misma medida que las hebreas.(Hechos 6:1) Y los hubo y los sigue habiendo entre los santos, quienes no tragan el que haya extranjeros que tengan los mismos derechos que ellos.

Ahora lo triste del caso es como se pretende disimular el racimo bajo el manto de una espiritualidad fingida. “Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por vosotros? Y lo oyó Jehová. (Números 12:2) Se pone de manifiesto la intención de suplantar al instrumento que Dios ha escogido por estar en desacuerdo con su elección matrimonial pero sin mencionar el asunto. ¡Ah cuanta gente que con motivos ulteriores se pronuncia de una manera teniendo otras intenciones!

Es lamentable que aun dentro de los santos tengamos que sufrir tales luchas por racismo, sexismo y otros ismos que desvirtúan la vida cristiana de sus verdaderos principios. El Apóstol Santiago advirtió el peligro de hacer diferencia entre la gente que llega a adorar. “Llega uno con anillo y lo pasamos al frente, al otro le decimos espérate aquí” (Santiago 2:1-3).

Hacer distinción de personas es tan grave como el racismo; duele como juzgamos a la gente por la apariencia. Ahora más que nunca la Iglesia tiene que abolir estas diferencias en una sociedad cada vez más enferma por el sentimiento de racismo y las diferencias sociales. En Cristo no hay diferencias (1 Corintios 12: 13-14) ¡Shalom!

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