Aquellas personas que tenemos la oportunidad y el privilegio de llegar a la gente a través de lo que hablamos o escribimos tenemos una gran responsabilidad. No siempre es fácil plasmar lo que queremos que llegue al corazón del que nos lee o nos escucha.
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El que te guarda.
Raimundo fue a abastecerse de calendarios bíblicos y volvía solo en su auto con el cargamento que iba a distribuir en su región. Después de manejar varias horas empezó a luchar contra la somnolencia. En vez de reposar un momento, siguió y de repente se produjo lo inevitable: el vehículo escapó de
¡Cuán importante eres Madre!
Aquellas personas que tenemos la oportunidad y el privilegio de llegar a la gente a través de lo que hablamos o escribimos tenemos una gran responsabilidad. No siempre es fácil plasmar lo que queremos que llegue al corazón del que nos lee o nos escucha.
Si todo se derrumba.
El temblor de tierra fue corto, de apenas quince segundos; sin embargo a Alejandro Acevedo le pareció una eternidad.
Todo a su alrededor se movía como si las paredes de hormigón fueran de papel. El cuadro que adornaba la sala principal, en cuyo fondo se apreciaba una casita de madera junto a
¡Cuán importante eres Madre!
Aquellas personas que tenemos la oportunidad y el privilegio de llegar a la gente a través de lo que hablamos o escribimos tenemos una gran responsabilidad. No siempre es fácil plasmar lo que queremos que llegue al corazón del que nos lee o nos escucha.
El que te guarda.
Raimundo fue a abastecerse de calendarios bíblicos y volvía solo en su auto con el cargamento que iba a distribuir en su región. Después de manejar varias horas empezó a luchar contra la somnolencia. En vez de reposar un momento, siguió y de repente se produjo lo inevitable: el vehículo escapó de
¡Cuán importante eres Madre!
Aquellas personas que tenemos la oportunidad y el privilegio de llegar a la gente a través de lo que hablamos o escribimos tenemos una gran responsabilidad. No siempre es fácil plasmar lo que queremos que llegue al corazón del que nos lee o nos escucha.
Si todo se derrumba.
El temblor de tierra fue corto, de apenas quince segundos; sin embargo a Alejandro Acevedo le pareció una eternidad.
Todo a su alrededor se movía como si las paredes de hormigón fueran de papel. El cuadro que adornaba la sala principal, en cuyo fondo se apreciaba una casita de madera junto a