Publicado en Vida Cristiana el 29 noviembre 2012 – Tiempo de lectura 0’36 minutos
Un cristiano de la península de Corea visitó a uno de los misioneros que allí estaban, y le dijo que había aprendido el Sermón del Monte y deseaba repetirlo delante de él.
Enseguida aquel cristiano repitió, palabra por palabra, sin que le faltara alguna, los tres capítulos que componen el mencionado sermón.
Cuando terminó, el misionero dijo a ese cristiano que era necesario poner por obra las enseñanzas del sermón, a lo que el creyente respondió: “Así lo aprendí: procuraba yo aprenderlo, todo de una vez y las palabras se me iban. Entonces aprendí de memoria un versículo, salí en busca de alguno de mis vecinos y en él practiqué las enseñanzas de ese versículo; y se me quedaron bien las palabras. Entonces procuré aprender de esa manera todo el sermón, y así lo aprendí”.
Tomado de Expositor Bíblico