Serán saciados

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Photo: Pixabay

Qué estímulo tan interesante es el hambre, ciertamente es uno de aquellos instintos que vienen con nosotros, son innatos y aunque ya estamos habituados al hambre natural y no nos asombra su presencia, es bueno recordar que sin este estímulo cerebral, lo inminente sería una triste muerte por desnutrición.

Lo que resulta atrayente es que emocionalmente o espiritualmente funciona de la misma manera. En Deuteronomio 8, el Señor le dice a su pueblo algo sencillo, donde le expresa que les probó, para que de esta forma tuvieran hambre. Oh! Qué bueno es Dios.

¿Será acaso cierto que podemos perder el hambre?  Claro que sí, en el caso espiritual el hambre no es un instinto, sino más bien algo que nosotros debemos encargarnos de cuidar, guardar y hasta proteger. Ciertamente hay muchos agentes que atentan contra nuestra hambre de Dios y su presencia; entre ellos los afanes, la falta de perdón, la decepción, las preocupaciones, el confort y bastantes cosas más.

Podemos pensar entonces que Dios permite esporádicamente ciertas situaciones, que nos resultan dolorosas pero ellas nos ayudan a recuperar nuestra hambre hacia Él; ¡Cuan valioso tesoro!

Es bueno recordar que en todas aquellas cosas que se nos presentan a lo largo de la vida, Él nos hizo más que vencedores, solo debemos permitir que la prueba nos mueva de ese letargo espiritual y volver así a recordarle a nuestro corazón las maravillosas palabras de nuestro Dios: “Bienaventurado el que tiene hambre y sed de justicia, porque éste será saciado” Mateo 5.

Bendito amor de Dios, qué vez tras vez nos atrae a sí mismo, para llevarnos a mayores victorias.

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