Estar solos y no saber cómo lidiar con la soledad puede ser una experiencia difícil. El Señor lidió con la soledad por las incomprensiones de la gente y muchas veces la incredulidad y madurez de sus propios discípulos apartándose a lugares desiertos y se levantaba muy de mañana para estar en comunión con su Padre celestial. Cuando el Señor estaba por ser crucificado, él observó la aflicción de sus discípulos diciéndoles que no los dejaría solos y que enviaría el Consolador para estar con ellos.

La presencia del Espíritu Santo en las vidas de los seguidores de Cristo es real y consistente. El Espíritu Santo es nuestro guía y hace sentir su presencia cuando andamos en su poder. Los incrédulos son ajenos a esta bendición. Imagínate la soledad y el tremendo vacío que tratan de llenar con cosas temporales y siempre estar buscando sin poder encontrar. Hay otra sensación más fuerte que faltan palabras para describirla, especialmente para el alma entenebrecida que ha perdido toda sensibilidad de Dios. Esta es la separación de Dios y de todo lo bueno que representa. A esta separación se llama la segunda muerte en el lago de fuego donde solo será el lloro y crujir de dientes por toda la eternidad. Solo Cristo puede satisfacer nuestra necesidad espiritual. Tienes nuestro permiso para compartir esta reflexión con su audio con tus contactos que no tienen a Cristo en sus vidas.

Si tú no lo haces, el mundo no lo hará. Escúchanos en RADIO DIOS SALVA AMERICA en www.diossalvaamerica.com.

Por favor, recomienda nuestro ministerio. Muchísimas gracias. Recibe un atento y efusivo saludo. Atte. Rev. Javier Salinas.

PD. Basta con no tener a Cristo en nuestra vida como Salvador y dueño de nuestra vida para estar condenado al Lago de Fuego, llamado la Segunda Muerte, la perdición eterna.

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